Sunday, March 11, 2012

Un paso detrás de otro

Un pie, después el otro y vuelta otra vez a empezar.
¿Alguna vez os habéis parado a mirar vuestros pies mientras camináis?. Cualquiera podría pensar que no tiene ningún misterio, ni encanto, pero estaría evidentemente equivocado.
Cada inspiración es incluso más fascinante, pues tiene el encanto de lo involuntario, que sin embargo voluntariamente se puede controlar.

Supongo que no es fácil ver dónde trato de llegar, o igual sí, pero en todo caso lo explicaré.
Estoy andando, por la ciudad, mi ciudad, como de vez en cuando me gusta llamarla. Y sólo hago eso.
Porque no puedo hacer nada más o la cabeza me estallará.

Me refugio en el andar, en mi andar, porque es un lugar donde me puedo abstraer del mundo, o de lo que me llega del mundo, que a veces es tan doloroso, que sólo me provoca ganas de huir de él.
Hay gente que vive, piensa, como anda, o incluso como respira, involuntariamente. Me he pasado la mitad de la vida (corta que sólo tengo 17 años, no creais), ejercitando mis músculos de vivir para hacerlo como si nada. Como si no costara, como si no fuera un esfuerzo consciente como el que tengo que hacer muchos días para levantarme, salir de casa y seguir el guión que está escrito para un adolescente medio de este país y de esta ciudad.
Ando y el viento es frío en mi cara.
Voy tranquilo, miro a mi alrededor, tratando de no fijar la mirada en nada ni en nadie, para no pensar. Quizá un pájaro, el cielo, un árbol. Las personas son muy complicadas.

A veces me pregunto si esto algún día cambiará. Si será producto de la edad, si seré producto de una generación.
Si tendré el valor algún día de cambiar ese guión escrito, que sigo por puro hastío, haciéndome concesiones de vez en cuando.
Si algún día creeré que estoy escribiendo mi propio camino, en vez de marcar, cada vez más profundo, el que tantos han hecho antes que yo.

Y tantas y tantas veces trato de recordar mensajes que mi yo del futuro recibirá como por arte de magia, en un momento de lucidez. Incluso los guardo, esperando encontrarlos dentro de mucho, mucho tiempo, para poder comunicarme con él.
Y una parte de mí se pregunta si seré más sabio, si tendré las respuestas que ahora aparecen tan lejanas.

Y si es así, le deseo, en parte, sólo en parte, que se olvide de mí para siempre, de que yo existí y de que tuve que andar muchos, muchos días, muchas ciudades y quizá muchos países para encontrar las respuestas.
Y si no es así... supongo que le deseo que acepte mi ayuda, y se acuerde de todo el esfuerzo que tengo que poner cada día para acercarme cada vez un poco más a él.
Y también le pediría que no pierda la fe, porque igual que yo la tengo en él, habrá otro que venga después, quizá más sabio. Quizá él tenga las respuestas.

Y por encima de todo le diré que dar un paso, detrás de otro, y vuelta a empezar, en el fondo es todo lo que tiene y probablemente lo que hay, y que puede, sólo puede, que tenga que conformarse con eso.

Como dice Extremoduro: "...si fuera mi vida una escalera, me la he pasado entera buscando el siguiente escalón..."