Monday, August 25, 2014

¿Y qué es la felicidad?

¡Qué barbaridad, el tiempo que hacía que no venía por aquí :)!
Y cómo pasa el tiempo así en general también, de eso no hay que olvidarse... en fin, que cada vez me gusta hablar más de lo viejuno que me vuelvo.

Pues nada, para variar un poco me he decidido a hablar de un tema ligerito, sin demasiada enjundia, así para pasar el rato. Mi opinión de la felicidad (y cómo ha ido cambiando a lo largo de los años). Pero esta vez, espero que en este caso sí, para variar, voy a tratar de hacerlo de una manera simple y concisa, a ver si consigo transmitir esta clarividencia que me da la sensación que voy teniendo últimamente.

Felicidad es disfrutar el camino. Punto pelota.

Felicidad es saber aprovechar los momentos que hay entre aquí y allí, entre lo que haces y lo que vas a hacer o planeas hacer. Felicidad no es llegar. Felicidad es haber andado el camino que te ha llevado allí.

Como todas las cosas, esta conclusión está abierta a discusión y opiniones, pero cada vez estoy más convencido de que es una verdad inamovible, como que mañana va a amanecer (y al que se acuerde del filósofo que dijo que ni siquiera uno puede tener la certeza de eso, que me lo diga).

La razón es la siguiente: el objetivo que perseguimos, la dinámica que eso crea, tiene una base común, sea cuál sea el objeto de deseo. El ansia, la falta, el vacío, la infelicidad que nos causa el no haber logrado nuestro objetivo.
Aparentemente, cuando centramos todos nuestros esfuerzos en llegar a ese algo, en conseguirlo, sentimos que nos va a traer esa felicidad que tanto ansiamos, pero durante el camino, el periodo que nos lleva alcanzarlo, no disfrutamos de nada parecido a esa tan ansiada recompensa que el objetivo nos va a proveer.
Y sin embargo... ¿qué ocurre cuando logramos nuestro objetivo?. Habitualmente, que no cumple nuestras expectativas.
¿Por qué?. Porque la privación de felicidad que nos ha causado durante el periodo previo, nos crea una sensación de desconcierto, de desproporción, de permanencia de ese vacío que fue el detonante de la búsqueda inicial. Tanto esperar... ¿para esto?.

¿Es entonces la solución centrarse sólo en objetivos que estén cercanos, que no requieran tanto sacrificio para conseguirlos?
La respuesta también es no. La razón en este caso es que el objetivo pierde el sentido en sí mismo. No existe motivación para lograrlo. No lo deseamos suficiente, puesto que lo tenemos a nuestro alcance y es precisamente el ansia lo que crea la ilusión de felicidad a la consecución del objetivo. Sin ansia no hay ilusión y sin ilusión no hay satisfacción (siempre que hablemos de la lógica de conseguir un objetivo marcado para ser feliz).

Si no es mucho, ni poco, ¿es entonces algo intermedio?.
No, porque esa opción es simplemente elegir un punto que nos frustra de una de las dos maneras anteriores. Yo diría que es un paso en la dirección correcta, pero el planteamiento no lo es, por lo que tampoco vamos a llegar a una sensación de plenitud.

Entonces si no es mucho, ni poco, ni por el medio... ¿qué es?.

Pues parece que la lógica nos dice que lo que quede sin probar: el todo, o la nada.

En este punto es cuando empiezo a desbarrar completamente para justificarme y donde tú, querido lector, pierdes la fe completamente en lo que estoy diciendo.
Sin embargo, como no escribo para hacerte feliz a tí, si no a mí y por lo tanto me da bastante igual lo que pienses, continuaré igualmente. E irónicamente esta actitud será la que haga que sigas teniendo algún tipo de interés en continuar leyendo.

Como decía, todo o nada, los elementos que quedan, se tocan. Son el principio y el final de la circunferencia. Y para más inri, además es imposible saber donde están (por favor imaginad una circunferencia y tratar de de pensar cuál de todos los puntos es el primero; todos lo son, y su vecino, el último).

No tener objetivos, o lo que es lo mismo, que todo lo que hacemos sea un objetivo en sí mismo, es la solución a la felicidad.
Si no buscamos un sentido a levantarse cada mañana y simplemente que el sol ilumine tu cara, o el desayuno, o ducharse, o dar un trago de agua porque se tiene sed, o ir al baño, o desperezarse, o dar un beso a tu novia, o a tu hijo, o a tu marido son el objetivo en sí mismo, no pasamos la vida persiguiendo un objetivo, sino siempre lográndolo.
¿Quién no querría poder hacer todo lo que deseara, cumplir todos los objetivos que se ha propuesto y se propondrá?
¿Y por qué no pensar que cada paso que damos, cada cosa que hacemos, es precisamente lo que tenemos que hacer en cada momento y que estamos exactamente en el sitio donde debemos estar?

Nadie ha dicho que eso sea fácil, pero cuando te encuentras con una persona para la que la vida es simple, que disfruta de lo que tiene, de lo que hace y sabe que lo que está haciendo es precisamente lo que tiene que hacer, te das cuenta de que esa persona puedes ser tú, y te das cuenta de que nadie te impide serlo, salvo tú mismo.

Así que sed felices amigos, porque os acabo de descubrir el secreto de vuestra felicidad y la razón de tantos y tantos posts en este blog (que el camino era el completamente equivocado).

Hasta... esperemos que pronto.


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