Monday, December 26, 2005

El lento fluir de las cosas

En una ocasión me preguntaron cuáles eras mis razones para vivir.
Me comentaron que había que tener una, o varias, y que pensadores a lo largo de los siglos habían sintetizado las principales razones por los que seres humanos nos veíamos movidos a vivir.

En ese momento no pude contestar nada más que la felicidad era mi razón para vivir. En el momento de contestar no imagine el puro hedonismo, el cuál ultimamente busco poco, ya que cada vez hay menos cosas que me produzcan un placer inmediato.
Pensaba en una felicidad genérica, que incluía cualquier cosa que supiera que me provocaría una felicidad a medio, corto plazo. Y que pasaba por aspectos de todo tipo en mi vida, incluyendo aspiraciones profesionales, por poner un ejemplo, pero en el momento concreto que me producían cierta felicidad, como por ejemplo en el momento del reconocimiento.
Mi tío, el interlocutor que tenía me contestó que esa era una razón peregrina. Esa motivación caducaba, y cuando eso ocurriera me vería vacío. Le dió una caducidad de entre 10 y 20 años creo recordar.
Esas palabras me impresionaron, y de alguna manera me marcan desde entonces.

Si desgloso más la explicación que dí, comenté que había cosas que me producían esa felicidad.
Analizando mi interior pensé en reconocimiento de los demás.
También pensé en trascendencia, por medio de una familia por un lado, y con mis obras por otro.

Mi tío me comentó entonces que existía algo llamado principios. Era la condensación de las principales razones para vivir que los pensadores habían encontrado a lo largo de mucho del pensamiento occidental.
El había tomado uno de ellos. Había tomado el político y su vida siempre estaría guiada por sus opiniones políticas, no pudiendo ir contra estas ideas en ningún momento de su vida, puesto que tal sería romper un principio que había adoptado y no se podría permitir eso.

¿Qué opináis vosotros?. ¿Es necesaria una razón para vivir?. ¿Tenéis vosotros alguna?.

No ha pasado mucho tiempo desde que tuve esa conversación con mi tío. No más de tres años, pero creo que ya empiezo a notar en mis carnes la falta de empuje de esa razón, la felicidad, para vivir.

Conozco gente que dice no tener razones para vivir, no necesitarlas, que simplemente viven. A mi modo de ver, una cierta reflexión sobre como llevan su vida me da como resultado que su razón no es muy diferente de la que yo esgrimí en su día.

Si alguna vez hiciera del misticismo que impregna mis sueños mi razón de vivir y mi guía...

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Las respuestas que buscas las tienes en la secta raeliana, de la que nos dieron panfleto el otro dia en el concierto Nacho.

;)

6:05 AM  

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