Saturday, August 13, 2005

Viaje por el inframundo (trip on the underground)

Suena el despertador.
Suena el despertador.
Suena el despertador, se levanta Javi y me dice que apague el puto despertador mientras entra en el baño para darse una de sus duchas-suspiro, sólo concebibles para mí si nada más salir la última gota de la ducha al cerrar el grifo corriera desnudo e inundando todo el baño como un desesperado fuera del aseo.
Suena el despertador y ya con el baño vacío doy salida al medio litro de zumo que me bebí la noche anterior.
Reflexión sobre las ganas que tengo de ir a trabajar y sobre si yo no estoy hecho para el mundo laboral o es que me he equivocado de lugar para trabajar.
Entre desayunar, vestirme y demás tareas de la mañana se me va, como siempre, más tiempo del que debería.
Salgo tarde de casa.
Reflexión sobre la importancia de la puntualidad como cualidad genérica. Repaso de situaciones conflictivas provocadas por mi falta de puntualidad e intento de sacar una conclusión filosófica sobre si la puntualidad ha de ser algo a buscar, porque es un valor, o es algo circunstancial como el golpe contra la esquina del dintel que me ha devuelto a la realidad.
Dolor por el golpe y apertura de puerta del ascensor.
Reflexión acerca de por qué la gente confunde tanto ascensor y autobús. Introducción, posibles razones por homofonía, conclusiones y despedida con ágape a costa de un trozo de "filipino" en una muela.
Entro en la boca del lobo.
No tengo viajes en el billete.
No hay vendedor de billetes a esa hora.
La máquina expendedora está fuera de servicio.
Paso por los tornos con un toque de elegancia y distinción tratando de ignorar el hecho de que hay una cámara apuntando directamente al torno por el cuál me acabo de colar.
Reflexión de por qué mi ética personal me impide hacer ciertas cosas, pero en caso de encontrar justificación me veo capaz de cometer las mayores tropelías.
Sensación de desgracia por no haberme acordado de traer el libro.
Sensación de desgracia por no haber cambiado la música del mp3 en cinco meses y tener que volver a escuchar la misma música otra vez.
Punzada al darme cuenta de que no tengo pilas en el mp3 y que tendré que entretenerme contándole los pelillos del sobaco a mi vecino de castigo en el vagón.
Punzada de dolor en el pie.
-Perdona hijo mío no te había visto.
-No ha sido nada.
Sonrisa de complicidad con tía buena. Sonrisa de ella.
Ya tengo suficiente entretenimiento con la autocomplacencia por que haya sonreido.
Llega el metro.
Subo al vagón, y como un viejo amigo, el olor a tigre me abraza.-Ven con papá- dice.
Sonrisa estúpida por mi propio chiste interno. Sonrisa estúpida por la pegatina del metro que dice cuidado con el hueco entre vagón y andén y que en realidad muestra a un muñeco bailando la conga, aunque pretende que sea una persona tropezando.
Cuento grosso modo las personas que aparentemente no parecen españolas. Inmigrantes de primera o segunda generación. Hay muchísimos.
Reflexión sobre si compartimos la misma cultura, valores, etc... salvando las distancias.
Primer cambio de metro.
La marabunta se dirige al único lugar de paso para el siguiente tunel. Me dejo llevar. A lo lejos se oye desafinar al tipo del tunel a la circular de Diego de León.

Por el tunel miro a la gente a la cara. Hay gente de todo tipo y me pregunto qué piensan ellos cuando me ven. Qué aspecto doy.
Repaso mental de lo que tendré que hacer en el curro.
Sonrisa al pasar por el cartel "Las personas conscientes de su responsabilidad no comen nada que tenga ojos".
A partir de ahora sólo comeré lobrices y lechuga, no te jode. Un perro puede comer ternera pero yo no me puedo comer ni a la ternera ni al perro.
Reflexión sobre el ansia humana de distinguirse de los demás.
Ruido lejano de vagón del metro llegando.
Disyuntiva entre correr, puesto que llego tarde, o mis firmes convicciónes de no actuar como un borrego más de lo estrictamente necesario y únicamente acelerar el paso un poco, y si llego bien, y si no también.
No llego.
Risas y aplausos, pero no para mis convicciones sino que es un ilusionado padre con su criatura.
Llega otro vagón del circular.
Ventanas abiertas = calor, mucho calor.
Los abanicos se sacuden y mi cuerpo, tan poco amigo de sudar, se hace el remolón.
Empiezo a notar como se forman gotas en mi frente.
Llegamos a Nuevos Ministerios.
Venga, todos como borricos a la salida.
Me rebelo y espero dos segundos más, sintiéndome un auténtico rebelde.
Corro como un cobarde porque me cierran la puerta. Salgo del vagón.
El paseo de salida es un poco menos concurrido que otras paradas así que me propongo disfrutarlo.
Uno de los dos violinistas, no el extremadamende delgado, sino el de apariencia de madurito interesente esta tocando. Lo hacen ambos realmente bien, y se me hincha el pecho por tener la suerte de escucharle.
Le echo una moneda de un Euro.
Como colofón a mi viaje tampoco subo rápido por la escaleras mecánicas.
Me siento feliz y contento de salir al exterior, y trato de no pensar que a donde me dirijo es a trabajar.
Ya noto el aire fresco...

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

El metro es si lugar a dudas un lugar ideal para sentir la mejores dudas existencialistas del planeta.
Es un lugar donde te sientes incomodo y tu espacio personal sufre una violación constante de gente extraña. Unido a la sensación angustiosa del estar metros bajo tierra,(una de las muertes mas aterradoras, sino mirar Kill bill)y con la sensación de que todo el mundo sabe a donde va y tiene mas prisa que tu en salir de la catacumba urbanita.

La percepción de uno mismo siempre me ha desquiciado.¿quien soy realmente, la persona que dice la gente que soy o la persona que creo ser? lo rapido y facil es decir soy como yo pienso que soy. ¿pero como suena tu voz en tu cabeza y de que manera la escuchas cuando es grabada? Con estas reflexiones entiendes porque la gente se pone ciega y se endroga. Asi solo piensas que esa tia de la barra solo te mira a ti y que es tan lista que se ha dado cuenta que eres una persona maravillosa,con gran vida interior.

viva el alcohol!!

quien coño me dijo que eliguiera la pastilla roja, y porque tan pronto.

1:01 PM  
Anonymous Anonymous said...

Pero que exagerados sois joder. Cómo se nota que no estais acostumbrados a las grandes urbes como Madrid...

Además lo divertido que es ver como luchan los "cantantes" por tocar en el vagón, las milongas que te cuentan los sintecho para que les des algo, algunos trasbordos interminables, el ver que las escaleras mecánicas de subida están jodidas y tienes que subir 3 tramos a pata... sin duda el metro de Madrid es un mundo paralelo al normal...pero tiene su encanto...

9:39 AM  

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